viernes, 15 de junio de 2012

El LENGUAJE DE LA AUTOESTIMA:PAUTAS PARA EDUCARLA EN LA INFANCIA



Un niño se acerca a su profesora y le dice ¿verdad que me ha salido bien el dibujo? Otro, cuando es invitado a cantar responde: es que canto muy mal Si a un grupo de niños le pedimos que levanten el dedo aquellos que… “sean buenos,” rápidamente aparece ante nosotros un bosque de manos. Es lo más habitual. Pero tampoco es extraordinario que al pedir que la levanten aquellos que son malos aparezcan una o dos manos.


El grado de estima que un niño tiene sobre sus cualidades, capacidades, conocimientos o sobre su persona de manera global, no es algo con lo que se nace sino que se hace. Es el resultado de una serie de factores pasados y presentes, externos e internos sobre los que podemos influir. Todos deseamos que nuestros niños además de saber mucho (leer, escribir, geografía, historia, idiomas, etc.) tengan una buena autoestima.
 Si nos centramos en el niño de 0 a 6 años e incluso en el de 6 a12 años, el nivel de autoestima guarda relación con el lenguaje.

La importancia del lenguaje

Los actos de autoestima, alta o baja, suponen pensamientos y frases. También juicios, comparaciones, ideas, criterios...  Inicialmente su autoestima depende en gran medida de lo que oye, de los que le dicen, de los mensajes repetitivos que recibe. Los recibe y luego se los dice a sí mismo. La repetición de mensajes acaba por hacer propia una valoración.


MENSAJES  POSITIVOS


Bien hecho
Qué bueno eres
Qué grande eres
Etc.

MENSAJES  NEGATIVOS


Te ha salido mal
Qué malo eres
Eres un desastre
Etc.


ATENCIÓN:

Mimar no es trabajar la autoestima.
Reñir no es ir contra la autoestima.
Dejarles hacer lo que les parezca no es fomentar la autoestima.


Además del lenguaje...otros factores que influyen en la autoestima infantil:

De manera general los estilos de crianza.
Los modelos.
Utilización de criterios excesivamente exigentes.
La historia personal de felicitaciones y sanciones.
El desarrollo de destrezas y habilidades.
La capacidad y grado de desarrollo intelectual.
Etc.


¿Qué podemos hacer?

Si comentamos de él algo positivo, procurar que lo oiga. Puedo decirlo en voz un poco más alta. Puedo mirarle al decirlo. Puedo invitarle a que se acerque mientras hablamos. Ejemplos típicos de estas situaciones son las conversaciones entre adultos cuando vamos andando con ellos, cuando estamos en el salón de casa o vamos por los pasillos de la escuela.

Si se hace alguna crítica debo intentar que no la escuche. A veces, no lo evitamos sencillamente porque no nos damos cuenta de su presencia. Otras veces, no nos importa e incluso queremos que lo oiga. Nuestra intención puede ser la mejor: estimularle para que cambie. Pero el efecto suele ser el contrario: se siente criticado y además avergonzado ante terceras personas. Si alguien comienza a hacer algún análisis crítico de él:
a) puedo invitar al niño a irse a otro lugar con cualquier escusa. Ej: vete a aquella mesa con los encajables, vete a la habitación con tu hermano, etc.
b) cortar la conversación y aplazarla para otro momento o en otro lugar.

Situaciones típicas son los diálogos entre padres y profesores o las discusiones entre padres.
Si queremos hacerle alguna corrección hay mejores formas de hacerlo.

Estar muy atento en esas situaciones en las que parece no estar atendiendo. Hay ocasiones en las que creemos que no se da cuenta y sin embargo está captando gran parte de lo que decimos. Ejemplos típicos pueden ser cuando hablamos por teléfono, cuando mira los dibujos animados de la tele, cuando parece estar dormido o cuando creemos que es demasiado pequeño para entender lo que decimos.

Ser generoso con los piropos, no tacaño.
La felicitación debe ser algo frecuente y no sólo cuando es un bebé. Después también le gusta y le hace mucho bien. A veces, nos cuesta hacerlo porque es más fácil ver los errores que los aciertos. Otras, nos frenamos porque no queremos que sea un engreído. Otras consideramos que debe hacer las cosas porque sí, no porque le vayamos a felicitar.

Resaltar que lo ha hecho bien o mejor que antes. Si hablamos de niños, por su propia naturaleza, siempre será imperfecto o mejorable. Es difícil que un niño haga algo excepcional. Si somos exigentes tendremos dificultades para felicitar. Si nos fijamos en los avances o en o que sencillamente está bien, las ocasiones para mejorar la autoestima serán innumerables.

Acompañar la verbalización del gesto de felicitación correspondiente. Las palabras de felicitación deben ir acompañadas de gestos, tonos, contacto físico y de cuantos elementos de comunicación no verbal sea capaz acordes a esa felicitación. Un muy bien dicho con desgana es difícil que se sienta como una felicitación.
Si se autofelicita, ratificar su sentimiento. Los niños suelen manifestar su satisfacción por lo que hacen con expresiones externas de palabras, movimientos y gestos. En estas ocasiones tenemos varias opciones. Podemos ratificar su autofelicitación. Podemos sencillamente ignorarlo. Finalmente, podemos frenarle (ej.: bueno, no es para tanto) para que no se sienta un engreído. Salvo en el caso de que la autofelicitación se acompañe de un desprecio hacia otro niño. (Ej.: yo lo hago muy bien y tu no sabes hacer nada), ratificar su autofelicitación mejora la autoestima.

¿Se le puede corregir a un niño?


Sí, se le puede y se le debe corregir. La educación de un niño requiere hacerle ver errores. Bien realizado, no sólo no es malo sino que, le sirve para hacerse un mapa cognitivo de lo que está bien y de lo que está mal. Las pegas que puede suponer el corregir no están tanto en el hecho de corregirle como en la forma de hacerlo.


Cómo corregir al niño/a sin dañar la autoestima

Comencemos señalando que no va a ser fácil. Cuando corregimos es porque algo nos parece mal. Puede que sea la enésima vez que le corregimos. Puede que nos pille en un mal momento. Existen múltiples razones para tener el ánimo alterado cuando hacemos una corrección. Con todo, debemos seguir haciendo esfuerzos porque el objetivo al corregir no es dañar la autoestima sino cambiar un comportamiento incorrecto. El proceso consta de cuatro pasos:

1. Describir la conducta incorrecta con un lenguaje no valorativo. Ej: Me has interrumpido cuatro veces
2. Dar una razón para el cambio. Ej: Si me interrumpes no puedo seguir contando el cuento
3. Reconocer los sentimientos, criterios o motivos del niño. Ej: Entiendo que quieras hacer preguntas
4. Expresar una formulación clara de lo que se espera de él. Ej: No vuelvas a interrumpir hasta que termine
La corrección ya estaría hecha. El proceso, en una situación normal, podría continuar con alguna de las siguientes alternativas según las diferentes circunstancias en que tuviera lugar:

a) No hacer nada más. Se sobreentiende qué va a ocurrir después.
b) Hacer un trato o conceder algún privilegio si lo hace bien.
c) Avisar de la pérdida de beneficios o de una sanción si lo hace mal.

Qué evitar al corregir:


Evitar el lenguaje destructivo.
Ej: Eres un desastre!, ¡Qué guarro eres!

Evitar la hipergeneralización.
Ej: ¡Lo haces todo mal!, ¡Siempre eres tú!

Evitar el trato silencioso.
Ej: retirarle la palabra y el afecto, ignorarle.

Evitar las amenazas vagas y/o violentas.
Ej: ¡Me las vas a pagar!, ¡Te vas a enterar!

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