lunes, 30 de marzo de 2009

EL MIEDO EN LOS NIÑOS Y COMO SUPERARLO


EL MIEDO

Si analizamos la vida de cualquier persona desde que nace, el miedo, ese sentimiento de angustia ante la proximidad de algún daño real o imaginario, nos acompaña desde bebés.
El niño que se sobresalta porque no conoce la cara del que se acerca, el que tiene miedo a andar, el que tiene miedo a caerse, el que tiene miedo a la oscuridad, al agua, a las alturas, a que le pase algo a sus padres... poco a poco, vencemos unos, vamos añadiendo otros en la adolescencia, como el miedo a las salidas, a conocer gente, a no presentarse a algún examen aunque se tenga preparado... y en la etapa adulta, aún tenemos algunos miedos. Esos miedos no son causa de tratamiento mientras no impidan el normal desarrollo evolutivo y social de la persona, pero cuando un niño se muestra preocupado, deprimido, triste... hay que intervenir. En pocas ocasiones el niño confiesa su miedo; es más, hace todo lo posible para esconderlo, mostrándose tranquilo y silencioso, y a la vez irritable y ansioso. Pero vive su miedo, nos lo expresa en gestos, en decisiones que toma, en su forma de ser y de actuar.
El niño puede convertirse en un adulto miedoso, inseguro, si se le aísla de los posibles peligros en su primera infancia, si se le sobreprotege, si no aprende a enfrentarse por sí mismo a posibles tensiones de su vida. Unos padres que protejan demasiado a su hijo están provocando un aumento de ansiedad en el niño. Si es importante marcarles límites lógicos, es mucho más importante inculcarles que el mundo es un lugar seguro y que ellos pueden y deben formar parte de él.
Conocer a qué tienen miedo nuestros hijos y qué recursos podemos enseñarles para superarlo; así como aprender a tener seguridad en uno mismo, les ayudará siempre a salir adelante, a buscar nuevos y mejores caminos y horizontes.

Los padres tienen como importante función desarrollar sanamente la autoestima de los hijos. Se educa a los hijos a través de acciones concretas de los padres: lo que dicen, lo que piensan, lo que sienten se transmite en forma de permisiones, premios, castigos, prohibiciones, a veces, pasividad, otras excesiva rigidez, etc. Todo ello a través de actuaciones paternas y maternas que educan o "deseducan". La autoestima del niño se ve afectada positiva o negativamente con esos comportamientos de los padres.
Las acciones deseables para que niños y niñas desarrollen una autoestima adecuada como consecuencia de la educación de los padres son:
1. Elogiar y no ridiculizar.
Reforzar o elogiar significa reconocer los comportamientos positivos de nuestro hijo. El niño necesita que se le reconozcan las pequeñas cosas que diariamente hace y que pasan desapercibidas para los padres. Halagar al niño cuando se levanta por la mañana sin protestar o felicitar a dos hermanos si no discuten durante un rato, son ejemplos de comentarios reforzadores adecuados.
2. Descubrir sus cualidades
Los padres conocen perfectamente cómo son sus hijos y cuáles son sus comportamientos habituales; pero probablemente nuestro hijo no conozca bien cuáles son sus cualidades, posiblemente porque no se haya detenido a pensar en ello. Son muchos los niños que solamente piensan o recrean sus pensamientos en las cosas que les salen mal. Una actividad muy útil para que los padres hagan descubrir a sus hijos cuáles son sus cualidades consiste en completar frases del tipo: "Yo soy muy servicial porque…"; "yo soy cortés cuando …"; "en ocasiones soy cuidadoso con las cosas porque…"; "una cualidad mía es la de ser sincero cuando…"; "soy bastante amable con…"; "soy obediente cuando…", "soy simpático cuando…", etc

3. Decirse cosas agradables de sí mismo
Es importante que el propio niño se diga cosas a sí mismo agradables y bonitas. Hay muchos motivos por los que uno puede sentirse satisfecho de su comportamiento y que ello sea motivo de autorrefuerzo y autosatisfacción personal. Decirse cosas agradables a sí mismo tiene una doble función; reconocer la valía personal y autoayudarse cuando el niño tiene especial tendencia a resaltar solamente lo negativo.

4. Mejorar su imagen corporal.
La autoestima está basada en el autoconcepto que tiene el niño de sí mismo, que a su vez, se basa en la imagen personal que se tiene. Esta imagen personal está formada por lo psicológico (su manera de pensar, decir, hacer o sentir) y por lo físico (su propio cuerpo), y es muy importante para estar a gusto consigo mismo, especialmente en el desarrollo de la adolescencia.
5. Mejorar otros comportamientos
Además de descubrir las cualidades de nuestro hijo, se deben descubrir aquellos comportamientos que deben modificarse porque no son suficientemente adecuados. Cuando nuestro hijo no ordena su habitación, no recoge las cosas, le cuesta ponerse a estudiar, pelea con su hermano, se enfada por cualquier motivo… es bueno hacerles conscientes de que al mejorar esos comportamientos, estarán más a gusto y se sentirán mejor. Con independencia de que nuestro hijo tenga una buena o baja autoestima, es necesario en numerosas ocasiones corregir o mejorar algunos comportamientos que no benefician ni a él mismo ni a la convivencia familiar.

6. Autodescubrirse
Los niños tienen una percepción de lo que les rodea en ocasiones mucho mejor de lo que se conocen a ellos mismos.
Una actividad que pueden hacer los padres junto a sus hijos es ayudarles a descubrirse a sí mismos y a valorar las cualidades que descubra contestando a preguntas del tipo: "¿Quién eres tú?", "¿Cómo es tu cara, tu pelo, tus ojos…?", "¿Cuánto mides?", "¿Cuánto pesas?", "¿Cómo te vistes?", "Observa una fotografía tuya reciente y coméntala", "¿Estás contento contigo mismo? ¿Por qué?", ¿Qué cosas de tu comportamiento te gustaría cambiar y por qué?", etc.
7. Ayudar al niño a tolerar frustraciones
No siempre conseguimos lo que queremos y eso no debe ser motivo de infelicidad ni de alteración de nuestro comportamiento. Este es el mensaje que debemos transmitir a nuestro hijo y desde bien pequeñito. En el plano de la autoestima debemos transmitir a nuestro hijo que no debe desanimarse o deprimirse cuando alguna cosa que deseaba no la consigue, porque no depende de sus esfuerzos sino de otras circunstancias ajenas a él; hemos de evitar que nuestro hijo se autoculpe de que las cosas no van bien.
8.Enseñarle a sentirse orgulloso de sus logros
El niño ha de aprender a valorar sus éxitos personales, expresando con espontaneidad los sentimientos de satisfacción de sí mismo. La satisfacción por sí mismo y por lo que se consigue (hacer amigos, divertirse, aprender algo, etc) aumenta la autoestima. Cuando se expresan estos sentimientos de valía personal, de logro de objetivos, el niño se puede sentir más seguro de sí mismo, y más autoconfiado, ello favorece el establecimiento de relaciones interpersonales con compañeros y amigos con una mayor facilidad. Preguntas como "¿de qué te sientes orgulloso?" han de obtener respuestas como "de mi trabajo en el cole", "de cómo juego al fútbol", "de ayudar a mi amigo en …", "de tener unos padres como vosotros", "de ser feliz", etc. Continua...

9. Enseñar al niño a identificar correctamente sus emociones y sentimientos.
Todos sabemos lo que es la felicidad, la tristeza, la alegría, el enfado, la decepción, la angustia, etc. Sin embargo, reconocer que actuamos bajo la influencia de estas emociones resulta más difícil. A los niños les podemos enseñar a que identifiquen cuando sienten ellos algunas de estas emociones. Por ejemplo, formular preguntas del tipo "¿Cómo te sientes cuando… un compañero se mete contigo/un amigo está triste/alguien te dice lo bonito que te ha salido el dibujo/alguien te da un susto/alguien te insulta/el profesor te castiga/ etc?" pueden generar respuestas motivo de diálogo y comentario.
10. Valorar sus opiniones
Las opiniones o las ideas que el niño expresa deben ser tenidas en consideración de acuerdo con la edad pero siempre valorando su aportación, su participación. Los hijos tienen sus propias ideas y opiniones sobre todos los temas; debatir en familia, con nuestros hijos, comentar, analizar los problemas, escuchar sus opiniones, etc, son tareas muy sencillas que ayudarán de manera importante a que nuestro hijo se autovalore y piense que lo que dice él es importante. Sin embargo, debemos enseñarle las maneras adecuadas de expresar sus opiniones, de tal forma que se exprese adecuadamente respetando las normas que deben existir en el diálogo con las demás personas. Debemos enseñarles a pensar bien las cosas antes de hablar, hablar despacio, pausadamente, con claridad, mirar a la cara, emplear un volumen medio de voz, no dar la espalda, respetar el turno de palabra, etc
11. El niño debe sentirse un miembro importante de la familia
Esto debe desarrollarse escuchándole, haciéndole participar en asuntos familiares que los padres estimen oportuno y crean (de acuerdo con su madurez personal) necesario.
12. Potenciar una comunicación fluida con nuestro hijo
A pesar de que el estrés caracteriza muchas veces la vida de los padres, siempre debería buscarse los momentos del día adecuados para interesarse por las cosas y los problemas de los hijos, manteniendo conversaciones afectuosas con él, debatiendo y comentando temas familiares y de intereses comunes o personales, mostrándole y ofreciéndole el apoyo necesario para ayudarle en los problemas personales que pudiera tener.
13. Celebrar los éxitos de los hijos
Aprobar un examen, realizar bien un trabajo, tener la libreta limpia y ordenada, ser felicitado por el profesor, hacer nuevos amigos, ir de excursión y pasarlo bien, solucionar un problema de ordenador, ganar una competición deportiva… son ejemplos de pequeños éxitos que el niño experimenta y que necesita poderlos compartir afectivamente con los demás: compañeros, amigos y padres. Es una buena ocasión para felicitarle por el éxito conseguido, expresándole comentarios que hagan referencia a su capacidad, a su imaginación, a su esfuerzo e interés. Esto refuerza la autoestima, la eleva, la fortalece y le hace muy feliz.
14. Evitar la sobreprotección
El niño sobreprotegido por sus padres desarrolla un autoconcepto caracterizado por la necesidad de ayuda, de que alguien, en este caso los padres, les diga lo que tiene que hacer y cómo lo debe hacer. Se trata de hacer madurar al niño poco a poco, hacerle responsable de sus cosas, de lo que dice y cómo actúa. Para ello, y desde pequeños, se les puede encargar la realización de pequeñas tareas domésticas de colaboración.
15. Los padres deben ser modelos de autoestima
Los padres son para los hijos fuente de seguridad, protección de sus temores y en ellos confían para solucionar sus problemas. Son su espejo y ese espejo debe ser muy claro; los padres deben ser buenos modelos para los hijos. Si queremos que nuestros hijos posean una sana autoestima deberemos mostrarnos como modelos de autoestima adecuados. Los hijos deben percibir en los padres todos aquellos valores que forman parte de una sana autoestima: la responsabilidad, el trabajo, el esfuerzo, la valoración de las capacidades personales, la sonrisa, la caricia, el afecto, los comentarios amables…
16. Mostrar flexibilidad ante el comportamiento de los hijos
La familia necesita normas de convivencia que regulen las relaciones entre los miembros que la componen. Esas normas deben ser adecuadas para que todos las cumplan y exista un buen clima familiar. Por ejemplo: disponer de un horario de salidas, cuidar las cosas, mantener limpia la habitación, colaborar en tareas domésticas, escuchar a los demás cuando hablan, etc
17. Conocer a los amigos de nuestro hijo
Los padres suelen conocer a los amigos de sus hijos. En la medida en que los amigos de nuestro hijo poseen los valores deseables para que los imite, los padres pueden fomentar iniciativas de interacción: fiestas de cumpleaños, excursiones, diálogo con el hijo acerca de sus relaciones con los amigos, etc
18. Dedicarle el tiempo necesario
Los hijos necesitan afianzar su vínculo familiar para sentirse seguros y ello debe ser favorecido desde la presencia física y afectiva de los padres con los hijos. Uno de los principales problemas en la educación familiar de los hijos es el tiempo tan reducido del que disponen los padres diariamente para poder estar con ellos, originado por las obligaciones laborales. A pesar de ello, es deseable que encontremos momentos en los que intensifiquemos la comunicación afectiva con ellos para interesarnos por sus cosas y convivencias.
19. Fomentar que nuestro hijo se relacione con grupos
Propiciando que nuestro hijo se relacione con agrupaciones deportivas si practica algún deporte, con agrupaciones de ocio y de tiempo libre, etc
20. Ayudarle a ponerse metas
Para conseguir cualquier cosa debemos ponernos una meta u objetivo, incluso para conseguir pequeñas cosas diarias.
21. Enseñarle a ser responsable
La responsabilidad es un valor que contribuye de manera importante a tener una buena autoestima, y debe aprenderse desde pequeños. La responsabilidad es una característica de los comportamientos que estimamos adecuados para la convivencia familiar y social. Actividades dirigidas a fomentar la responsabilidad ponen de manifiesto conductas reales y posibles soluciones comentadas con los hijos.
22. Interesarse por cómo le va en el colegio
23. Fomentar la autonomía personal
Desde pequeños los padres hemos de enseñar habilidades de autonomía personal a los hijos, desde abrocharse los botones, atar los zapatos, lavarse por sí solos… Un objetivo importante de la educación de los hijos es que éstos aprendan a cuidarse de sí mismos, y para eso hay que enseñarles los conocimientos y las habilidades necesarias para valerse por sí mismos. La autonomía, no sólo en las habilidades de alimentación, vestido y salud, sino a las relaciones interpersonales y a su autoestima. Fomentar la autonomía personal favorecerá el desarrollo de la autoestima. Dar responsabilidades al niño en la familia o aprender a realizar tareas por sí mismo son tareas que persiguen este objetivo.

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