viernes, 24 de abril de 2009

COMO AYUDAR A LOS HIJOS A ENFRENTAR LA MUERTE

Tal como los adultos, los menores necesitan un tiempo y un espacio para vivir su dolor, un período de convalecencia que les permita asumir la pérdida y, desde ese momento, ausencia de quien murióLa pena es distinta dependiendo de la edad del niño, pero independiente de cuántos años tenga, siempre les afecta.

Cuando son muy pequeños, se afectan por la muerte de alguien en la medida que su entorno familiar se ve resentido y también porque se angustian ante la ausencia de la persona fallecida partir de los 3 años los niños comienzan a entender la muerte desde su propia fantasía. necesitan saber que pasó con la persona fallecida y en este sentido los padres deben ser concretos en su respuesta, explicándole al niño que la persona murió, que se fue al cielo y que en definitiva, no estará más con ellos.

Generalmente un niño menor de 5 años de edad, aún no entiende los tres componentes fundamentales de la muerte que son:

* La muerte es irreversible, definitiva y permanente.
* Se caracteriza por la ausencia de las funciones vitales.
* La muerte es universal (todos debemos morir).


Es por ello que consideran a la muerte un estado temporal como el dormir o marcharse, esta creencia está reforzada por los personajes de dibujos animados que se “mueren” y “reviven” otra vez, además del pensamiento mágico característico de esta edad; también consideran que aún escuchamos o vemos a los difuntos o bien que como son ellos o sus padres nunca van a morir.
Se considera que alrededor de los 5-7 años se establece el concepto de muerte, aunque aún “rudimentario”.

¿Cómo explicar la muerte?

Cuándo y cómo dar la noticia. Aunque resulte muy doloroso y difícil hablar de la muerte con el niño, es mejor hacerlo lo antes posible., buscaremos un momento y un lugar adecuado y le explicaremos lo ocurrido con palabras sencillas y sinceras. Por ejemplo, podemos decirles: "Ha ocurrido algo muy triste. Mamá ha muerto. Ya no estará más con nosotros porque ha dejado de vivir".
Es importante que los padres le entreguen al niño una visión de muerte como acontecimiento natural y no como un hecho catastrófico, que puede provocar mucha pena y dolor, pero que se superará".Cuando los padres le comunican a su hijo la muerte de un ser querido para él, es importante dejarle en claro -especialmente si el niño lo pregunta- que es definitivo y que la persona no va a regresar.

El decirle que la persona muerta se fue por un tiempo,crea falsas expectativas en el niño, lo que no le permite elaborar su dolor y provoca, en algunos casos, que quede esperando su regreso. Al momento de comunicarle a los niños la muerte de un ser querido, los padres deben esperar su reacción. Puede que en un comienzo ésta no sea de pena, por lo tanto, hay que tratar de no referirse a ella para no transmitir al niño ese sentimiento.

¿Qué podemos decirles si nos preguntan por qué? ¿Por qué ha muerto? ¿Por qué a mi? Son preguntas difíciles de responder. No pasa nada por decirles que nosotros también nos hacemos las mismas preguntas, o que sencillamente no sabemos la respuesta. Es bueno se sepan que todos los seres tienen que morir algún día y que le ocurre a todo el mundo. Los niños en su fantasía pueden creer que algo que pensaron, dijeron o hicieron causó la muerte. Si un niño dice: "me hubiera gustado ser más bueno con mamá, así ella no habría muerto", debemos decirle con calma pero con firmeza que no ha sido culpa suya.

Animarle a expresar lo que siente

Aunque no siempre las expresen, los niños viven emociones intensas tras la pérdida de una persona amada. Si perciben que estos sentimientos (rabia, miedo, tristeza…) son aceptados por su familia, los expresarán más fácilmente, y esto les ayudará a vivir de manera más adecuada la separación. Frases como: "no llores", "no estés triste", "tienes que ser valiente", "no está bien enfadarse así", "tienes que ser razonable y portarte como un grande" …, pueden cortar la libre expresión de emociones e impiden que el niño se desahogue.
Tener en cuenta que su manera de expresar el sufrimiento por la pérdida, no suele ser un estado de tristeza y abatimiento como el de los adultos. Es más frecuente apreciar cambios en el carácter, cambios frecuentes de humor, disminución del rendimiento escolar, alteraciones en la alimentación y el sueño…

Los tres temores más frecuentes del niño

¿Causé yo la muerte?
¿Me pasará esto a mi?
¿Quién me va a cuidar?


Mantenerse física y emocionalmentecerca del niño

Permitirle estar cerca, sentarse a su lado, sostenerlo en brazos, abrazarlo, escucharle, llorar con él…Podemos también dejar que duerma cerca, aunque mejor en distinta cama.
Puede ser adecuado también buscar momentos para estar separados: dejarle sólo en su habitación, dejarle salir a jugar con un amigo… Si es necesario, tranquilizarle diciéndole que estaremos ahí por si nos necesita.

El niño intuye enseguida que la muerte va a tener muchas consecuencias en la familia. Es bueno decirle que, aunque estamos muy tristes por lo ocurrido, vamos a seguir ocupándonos de él lo mejor posible.

El niño puede temer también ser abandonado por el familiar sobreviviente. Asegurarle que, aunque está muy afectado por la pérdida, se encuentra bien y no le va a pasar lo mismo.
Con frecuencia, lo que más ayuda a los niños frente a las pérdidas, es reencontrar el ritmo cotidiano de sus actividades: el colegio, sus amigos, sus juegos familiares, las personas que quiere. También es importante garantizarle el máximo de estabilidad posible. En este sentido no es un buen momento, por ejemplo, para cambiarlo de colegio o para imponerle nuevas exigencias (S. Weis)

Como acoger y acompañar

Las personas cercanas deben estar preparados para contener al niño, lo que significa acoger y acompañar al niño en su dolor, ponerse en su lugar y decirle que ellos entienden su pena si ésta existe, que es normal que llore y que poco a poco va a pasar. Esto se debe acompañar también por una contención física, es decir, abrazar y acariciar al niño. Dentro de la contención es importante insistirle al niño en la importancia de exteriorizar su pena, porque de esa manera se va a sentir más tranquilo y va a lograr superar su dolor. Al mismo tiempo, los padres deben respetar sus sentimientos y estar abiertos y receptivos a ellos, procurando espacios para que el niño pueda expresarlos.

La perdida de su madre. Es en esta situación cuando cobran importancia familiares que tengan un vínculo significativo con el niño -tíos o abuelos- de manera que hagan el papel de contenedores que, en ese momento, el padre del menor no está en condiciones de realizar. Lo más importante es que en ningún caso los niños asuman esa pena en soledad”.

De cuatro a seis años

los niños de esta edad todavía sienten la necesidad de afecto y seguridad física y saber quien los cuidará. Están aprendiendo a expresarse verbalmente por si mismos y lo hacen de manera afectiva a través de juegos. Aún cuando eventos importantes como los cumpleaños, fiestas y el primer día de clases son acontecimientos mayores para los niños, ellos aún tienen un concepto muy limitado de

Lo que significa el tiempo y el espacio.

El "pensamiento mágico" es una característica importante en los niños cuyas edades fluctúan entre cuatro y seis años. Un niño puede volar a la luna, pelear con monstruos .
Los niños que están de duelo tienen una comprensión limitada de la muerte. Su manera de pensar es muy concreta. Un niño a esta edad cree que todo lo que se mueve está vivo.
Un concepto limitado del tiempo, sumado a un limitado concepto de la muerte, significa que cuando alguien muere, el niño espera que la persona muerta vuelva a la vida. Un niño puede aceptar la noticia de la muerte con realidad y hablar de ella o de la persona muerta de la misma forma que hablan (él o ella) a un compañero de juego o a su animal preferido. Si la persona muerta fuera uno de sus padres o la niñera, el niño se preocupará de quien va ser el que lo cuide. Podrá llorar porque está confundido por la desorganización que se está produciendo en casa o la reacción de los demás, en lugar de la muerte misma.
Conceptos abstractos como el de la vida después de la muerte están más allá de la habilidad de pensar de los niños de esta edad.

Los niños continuarán haciendo preguntas sorprendentes y observaciones insólitas en un intento de conocer a fondo este nuevo concepto. Es importante que la persona a cargo del niño le responda apropiadamente.
Para un niño de esta edad, la muerte puede explicarse mejor con una orientación corporal o términos físicos porque su pensamiento es muy literal.
"la parte que nosotros queríamos -la parte que río, sonrió y nos amó- es la que se fue al cielo. El cuerpo es el que está ahora en el cementerio. La gente puede obtener nuevos cuerpos cuando llegan al cielo.
Al ser la madre la fallecida el niño puede relacionarla con abandono. El niño puede llegar a la conclusión de que él era malo, por eso su ser querido lo dejó.

Generalmente, su entendimiento acerca de la moral es que el mal comportamiento es castigado y el bueno recompensado. Por lo que es saludable hacerle saber que la persona que lo amaba no escogió dejarlo y abandonarlo, sino que su muerte tuvo una causa específica.
Para demostrar su creciente necesidad de ser protegido, los niños en estado de duelo, pueden sufrir un retroceso de conductas que previamente dominaban, como el de mojar la cama y sentir miedo a la separación. Los niños pequeños simularán su miedo y confusión por medio del juego y no debe desalentárseles. Las personas que los cuidan pueden facilitar el juego terapeútico participando con ellos cuando juegan con sus animales de peluche, muñecas, marionetas, carritos o con la casa de muñecas. Cuando jueguen pregúntele que pueden sentir las distintas muñecas o animales de peluche cuando se les toca. Ponga especial atención a los juegos bruscos y trate de buscar donde puede estar escondido o concentrado ese enojo.
Debido a que su punto de concentración es muy limitado, . Un niño en duelo, puede hacer en un momento, preguntas acerca de la muerte y en un segundo estar feliz jugando. Las personas que los cuidan deben entender que si el niño juega, no necesariamente eso significa que han entendido la pérdida de su ser querido, sino más bien puedan ser expresiones de la separación o una pausa temporal de sus sentimientos
La ansiedad es otra respuesta esperada en los niños, ésta se manifiesta por un gran temor a sufrir otra pérdida, esto lo hará especialmente sensible a toda separación de la figura que cumple con las funciones de maternidad, haciendo que busque consuelo en algún juguete viejo o manta. Algunos niños experimentan una regresión a etapas anteriores de desarrollo, lo que hace que actúen de manera más infantil, exigiendo comida, atención, cariño y hablan “como un bebé”.

Otra reacción que se presenta en los niños pequeños es creer que son la causa de lo sucedido, es decir se sienten culpables.

Consejos para las personas cercanas:

El primer paso consiste en asumir la pérdida, en aprender a expresar sus sentimientos de manera adecuada, de tal forma que el duelo del padre sobreviviente tome un camino sano.
Una vez logrado lo anterior, se hace menos dura la tarea de explicarle a los hijos lo sucedido y se pueden incluir en el proceso de duelo.
Es sabido por todos que la muerte modifica todos los planes y esperanzas del futuro tanto para el padre sobreviviente como para los hijos, sin embargo se debe pensar que no es el fin, que la vida continúa y que el proceso de adaptación a la nueva situación es lento.
No se debe obligar a un niño asustado a ir a un velorio o entierro de un ser querido, sin embargo, el honrar o recordar a la persona de alguna manera, como por ejemplo, encender una velita, decir plegarias, preparar un álbum de fotos o contarle historias, puede ser de mucha ayuda.
Una vez que el niño acepta la muerte, es normal que manifieste su tristeza de vez en cuando a través de un largo período de tiempo, a veces en momentos inesperados. Sus familiares deben pasar todo el tiempo posible con el niño y hacerle saber bien claro que tiene permiso para manifestar sus sentimientos libre y abiertamente.
En general todos los niños necesitan que se les participe del problema brindándoles información correcta y sencilla, que deberá ser acompañada de apoyo emocional, tal como seguridad y comprensión para afrontar la pérdida.

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