martes, 28 de abril de 2009

LA DISCIPLINA EN LA TERCERA INFANCIA (7-10 AÑOS)


INTRODUCCIÓN:

En esta etapa el niño es realista y objetivo, es extrovertido y tiene regresiones egocéntricas, acepta pasivamente las normas y se inicia el proceso autonómico.

Las relaciones con el grupo ya no son inestables, sino que tiene manifestaciones de cooperación.

Es importante para que llegue a comprender y asumir las normas de convivencia, favorecer esta autonomía; por tanto debe empezar por tener un 'conocimiento de sí mismo, aceptar y valorar su propio trabajo, para aumentar su nivel de autoestima.

El niño que posee una autoimagen positiva actúa con seguridad y, cuando realiza conductas sociales, no busca en ellas una constante autosatisfacción, sino que las hace de una manera natural para ayudar al otro. En cambio el niño de baja autoestima suele actuar con el propósito consciente o inconsciente de procurarse una aprobación social que mejore su nivel de relación. Un niño con elevada valoración de sí mismo, supera mejor los problemas y no rechaza emprender nuevas tareas.

Técnicas para lograr un clima favorable

Las técnicas y procedimientos generales que hemos citado para la segunda infancia, también consideramos conveniente tenerlos presentes en esta etapa.

Decimos técnicas y no métodos para dar a entender que no se trata de una simple construcción teórica e ideal, ni de un único camino a seguir, sino una forma de trabajo con una serie de ejercicios, que tienen la ventaja de haber nacido de una necesidad constatada y apremiante, de haber sido experimentados, revisados y valorados y de evolucionar en el marco de nuestras clases.

Estas técnicas o artes necesitan como todas una porción más o menos decisiva de consideraciones psicopedagógicas para fundamentar sus contenidos, pero sobre todo precisan de un trabajo adecuado, ilusionado y constante. De ahí que los hayamos agrupado en una serie de consideraciones:

1. Potenciar un autoconcepto positivo en los alumnos.

2. Crear una dinámica de clase, que permita trabajar con distensión, alcanzar los objetivos y contenidos propuestos y evitar cansancios inútiles.

3. Enunciar una serie de propuestas encaminadas a la adaptabilidad del maestro a situaciones nuevas, que cada uno deberá elegir y potenciar subjetivamente.

4. Tácticas o ejercicios para suprimir o eludir conductas disruptivas. Creemos que sería aconsejable limitar la actuación del maestro a dar unas normas o castigos para cada falta porque cada conducta tiene un abanico de causas y soluciones que dependen mayoritariamente de:

- la relación maestro-alumno;
- la psicología del niño;
- el grupo-clase;

los valores que quedan definidos en el proyecto educativo del centro.

Nosotros somos partidarios de prevenir más que de suprimir conductas disruptivas. De ahí que las tácticas que proponemos sean una serie de ejercicios que previenen la indisciplina, porque favorecen la relación del grupo clase, con alumnos y maestro, potencian la individualidad de cada niño sin detrimento de la personalidad de los demás y ayudan a crear un clima agradable, activo, alegre ...

CREAR UNA AUTOIMAGEN POSITiVA

El aceptarse a sí mismo es difícil, ya que la autoimagen que tienen los niños en esta edad, va en función de lo que opinan de ellos los educadores (padres, maestros) y sus compañeros. Como están en una etapa de formación de su personalidad y son muy vulnerables, lo que piensan o dicen los demás de ellos les hace cambiar la conducta.
En la época que les toca vivir, sus padres, por causa del trabajo, viajes o separaciones, no les pueden ofrecer un buen patrón de conducta porque falta tiempo, o por el nerviosismo que les crea la vida misma. El maestro es entonces el líder para ellos, por lo que es conveniente aprovechar esta buena relación para reafirmar su yo, ya que si uno es capaz de ir aceptándose a sí mismo, fácilmente aceptará a los otros y le irán desapareciendo los miedos al ridículo, las angustias; aceptará sus propios defectos y fácilmente aceptará los de los demás.

En principio debemos tener el cuidado de valorar el aspecto físico del niño y motivarle para que venga limpio y aseado, pues es ya mayor y él mismo puede cuidar de la limpieza de su cuerpo (ducharse en casa y si en la escuela se ensucia, lavarse la cara, las manos), así como del vestir (intentar no ensuciarse, llevar la camisa en su sitio y no por encima de los pantalones). El maestro tiene que convencer al niño de que será mucho mejor aceptado por la sociedad y por los amigos si va limpio y aseado.

Si a algún alumno le cuesta aceptarse porque se ve la nariz larga, o barrigudo..., también es tarea del profesor hacer resaltar que no todos podemos ser iguales, ya que esto sería muy monótono y aburrido; además éstas pueden ser características que a ellos no les gustan pero que los demás pueden encontrar graciosas y a la vez ser un motivo de aceptación para el grupo.

Con todo esto queremos decir que el niño debe conocer y aceptar su propio cuerpo como primer paso.

En segundo lugar, establecer contacto con los padres para ir adquiriendo unos principios de autonomía, como pueden ser:
- comer variado;
- ducharse, lavarse, peinarse;
desplazarse de casa a la escuela si el trayecto no es muy complicado;
saber guardar sus cosas, trabajos, juegos, ropas ... ser ordenado;
- vestirse y desvestirse con soltura;
saber ir de compras.


A continuación resaltaremos unos cuantos puntos positivos para favorecer la autoimagen:


El maestro junto con los padres, tienen que actuar con el niño amablemente, razonándole las cosas, valorándolo y tratarlo como persona que es capaz de razonar, y saber que si los niños tienen un buen modelo fácilmente actuarán de forma parecida.

Debemos resaltar todo lo positivo y evitar hablar de lo negativo delante de los niños.


Potenciar la seguridad en sí mismos, procurando que se sientan útiles.

Buena aceptación por parte del profesor y demostrarlo con afecto.

Reforzar siempre las iniciativas del niño.

Conocer el nivel de autoestima que tiene y también sus capacidades.

No exigir más a un alumno de lo que él pueda dar.

Valorar muy positivamente los trabajos bien hechos en clase.

No discriminar a ningún alumno por ningún motivo (social, sexo, raza ... ).

Dar responsabilidades al niño a fin de que lleve la iniciativa y se sienta útil.

Hablar con los padres sobre las cualidades individuales y del grupo del cual su hijo forma parte.

Intentar que el niño se sienta seguro, porque si no, buscará siempre la aprobación del maestro.


Valorar positivamente la propia personalidad del alumno.


Es muy importante este último punto, porque un niño con una autoestima elevada superará mejor los problemas y emprenderá nuevas tareas, en cambio, si la autoestima es baja, se vuelve retraído, tímido, con falta de seguridad y busca siempre apoyo.

La falta de seguridad, la ausencia de autoestima, de autonomía, de aceptación por parte de adultos e iguales... todo ello genera conductas disruptivas y una escasa disciplina en el aula.

Lo que el niño siente respecto de sí mismo afecta a su manera de actuar en clase.

El niño debe saber que importa por el mero hecho de existir. Una autoestima elevada se funda en la convicción de ser aceptado y va- lioso.

La autoestima no es engreimiento: consiste en sentirse cómodo siendo quien se es. El niño debe sentirse competente en el manejo de sí mismo y del entorno.

MEJORAR LA DINAMICA DE LA CLASE

Es conveniente:

1. Organizar la clase asignando responsabilidades a los alumnos, de manera que sean ellos mismos los que realicen actividades de acuerdo con los cargos asignados periódicamente.

2. Mantener las tareas dentro de los límites de la capacidad individual, ya sea con agrupaciones flexibles de alumnos o con el sistema que el maestro vea más conveniente. En este sentido deberíamos intentar no exigir lo que no sirve al alumno e intentar evitar el fracaso, ya que produce frustración, agresividad, conformismo, sentimiento de inferioridad e indisciplina.

3. Estar atentos a los alumnos inhibidos, procurando que las explicaciones queden claras para todos.

4. Procurar que el trabajo sea apropiado, estableciendo una graduación en las dificultades y promover la ayuda mutua.

5. Desarrollar la autonomía del alumno, haciendo posible que progresivamente sea capaz de solucionar por sí mismo pequeños problemas.

6. Intentar mantener los hábitos inculcados al inicio de la escolaridad y potenciar:

7. Las condiciones necesarias para mantener los hábitos son:
- motivación;
- refuerzo;
- limitar el número de hábitos;
- exigencias coherentes;
estimulación y corrección de lo que es esencial;
ritmo adecuado.

Enseñarles a respetar y escuchar a los demás; aprender a progresar individualmente como personas y también como grupo, para lo cual creemos interesante respetar sus iniciativas.

Buscar estímulos cuando en el trabajo no pongan todo el esfuerzo que se requiere. Estimular la creatividad y la fantasía.

Favorecer la dinámica de la clase reforzando siempre las conductas de compañerismo, evitando descargar nuestra agresividad en la clase y adaptando el trabajo según las necesidades de cada niño, y hallar tiempo no sólo para los contenidos del programa sino para escucharle.

Otra estrategia para favorecer la dinámica es potenciar los rincones de trabajo, cosa interesante en esta etapa y que los elijan según sus gustos y aptitudes a partir de las propuestas del maestro o del grupo.


ADAPTACION DEL MAESTRO A LAS NUEVAS SITUACIONES

El principal problema con que se enfrentan los profesores en el momento actual es la necesidad de renovar sus enseñanzas por adaptarse a los profundos cambios del entorno social y a unos contenidos científicos en cambio constante. La formación permanente del profesorado ha de representar la constante disponibilidad de una red de comunicación que no se tiene que reducir al ámbito de contenidos académicos, sino que incluye problemas metodológicos, personales y sociales que continuamente se mezclan con las situaciones de enseñanza.

Expondremos ahora una serie de temas o propuestas que motivará al profesor a adaptarse continuamente a situaciones nuevas.

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