jueves, 11 de junio de 2009

Antes que ellos crezcan

Hay un periodo cuando los padres quedan huérfanos de sus hijos.Es que los niños crecen independientes de nosotros,
como arboles murmurantes y pajaros imprudentes.

Crecen sin pedir permiso a la vida.Crecen con una estridencia alegre y, a veces, con alardeada arrogancia.
Pero no crecen todos los días, de igual manera, crecen de repente.

Un día se sientan cerca de tí en la terraza y te dicen una frase con tal naturalidad
que sientes que no puedes más ponerle pañales.

Donde quedaron la placita de jugar en la arena, las fiestitas de cumpleaños
con payasos y los juguetes preferidos?...

El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.
Ahora estás allí, en la puerta de la discoteca, esperando que él
o ella no solo crezca, sino aparezca.

Allí están muchos padres al volante, esperandoque salgan zumbando sobre patines y cabellos largos y sueltos.

Allá estan nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas en las esquinas,con el uniforme de su generación, e incómodasmochilas de moda en los hombros.

Allí estamos, con los cabellos casi emblanquecidos.

Esos son los hijos que conseguimos generar y amar a pesar de los golpes,de los vientos, de las cosechas, de las noticias,y observando y aprendiendo con nuestros errores y aciertos.
Principalmente con los errores que esperamos que no repitan.
Hay un periodo en que los padres van quedando unpoco huerfanos de los propios hijos...
Ya no los buscaremos más de las puertas de lasdiscotecas y de las fiestas.

Pasó el tiempo del piano, el ballet, el inglés, natacion y el karate.
Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más junto a su cama al anochecer, para oir su alma
respirando conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia..

Y a los adolescentes cubrecamas de aquellas piezas llenas de calcomanías,
posters, agendas coloridas y discos ensordecedores.

No los llevamos suficientemente al cine, a los juegos,
no les dimos suficientes hamburguesas y bebidas,
no les compramos todos los helados y ropas que nos hubiera gustado comprarles.

Ellos crecieron, sin que agotasemos con ellos todo nuestro afecto.

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