jueves, 11 de junio de 2009

inteligencia emocional


Hasta hace pocos años se consideraban básicas para el desarrollo de los procesos de enseñanza el aprendizaje de las habilidades lingüísticas, la lógica o las matemáticas. Hoy, la inteligencia emocional se valora en gran medida junto a otros tipos de competencias.

La inteligencia emocional nos ayuda a todos a gestionar las emociones para mejorar las relaciones, lo que implica conocerse a uno mismo e identificar los sentimientos, ser positivos, tener motivaciones, controlar los impulsos y potenciar la empatía y los procesos de comunicación.
En los primeros meses de vida, las niñas y los niños comienzan a mostrar sus emociones y aprenden a experimentar conductas nuevas y a vivir emociones variadas.

Cuando comienzan la escuela puede que tengan inquietudes y que empiecen a aparecer problemas como el bajo rendimiento, la mala conducta o las relaciones difíciles con los compañeros. En casa también pueden surgir roces y problemas. Ante una rabieta o una discusión, por ejemplo, los padres y las madres deben intentar no frustrar, molestar o hacer rabiar a sus hijos e hijas con sus contestaciones. Reñir, gritar, insultar o dar ‘sermones’ pocas veces sirve de algo; las familias que ponen en práctica su inteligencia emocional lo evitan.


Escuchar y reconocer

Cuando las emociones ganan a los más pequeños y tienen una rabieta, se enfadan o lloran por alguna razón hay que pedirles que se calmen y animarles a expresar qué les pasa y cómo se sienten. Entre todos los miembros de la familia se pueden buscar soluciones y después animar a los hijos e hijas a pensar cuál de las opciones es la mejor para ponerla en marcha. Los especialistas en inteligencia emocional también recomiendan ejercicios como animar a las y los más pequeños a que dibujen sus enfados. También es importante escuchar siempre con atención a los niños y las niñas cuando se quejan y reconocer sus sentimientos con expresiones de consideración e interés como ‘¡vaya!’ o ‘¡ya veo!’...

La inteligencia emocional facilita a las familias aplicar disciplina con autoridad, pero sin ser rígidos ni autoritarios, sino firmes. Deben existir unas reglas y unos límites claros que deben ser respetados, por eso es conveniente que todos se involucren a la hora de establecerlas, ya que así estarán más dispuestos a cumplirlas. Los padres y las madres deben dar instrucciones claras y sencillas con voz amable y firme, porque esto facilitará que los menores sepan con exactitud qué tienen que hacer y aumentará la probabilidad de que realicen lo que se les pide.

Otro aspecto interesante es crear un ambiente familiar positivo, esto incluye conseguir una participación activa en la dimensión emocional, aspecto que refuerza la confianza entre la familia y los hijos. Por eso hay que dedicarles un tiempo especial, escucharles y compartir alguna actividad gratificante. Resulta obvio que las actividades pasivas individuales, como ver la televisión, ayudan muy poco al desarrollo de las capacidades emocionales. A la hora de seleccionar las actividades extraescolares también hay que tener en cuenta aquellas que ayuden a desarrollar las capacidades y habilidades como el trabajo en equipo, la resolución de problemas, la comunicación interpersonal o la creatividad.

Pequeños trucos

· Animar siempre a los niños y las niñas a que cuenten qué les preocupa y cómo se sienten.
· Pensar en soluciones a los problemas todos juntos.
· Dar las instrucciones de forma clara y con voz amable.
· Fomentar su creatividad, dejarles que sueñen e imaginen y animar a expresar estas emociones y fantasías.
· Crear un ambiente familiar positivo que refuerce la confianza entre los miembros de la familia.
· Decantarse por actividades extraescolares que potencien las capacidades y habilidades que se enmarcan en el entorno de la inteligencia emocional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario